Cuántas veces hemos tenido la referencia que un delicioso café es colombiano, mucho más allá de poder saborearlo en nuestro día a día, ya sea, “tinto”, “perico”, con panela o un expreso, es esa sensación de poder olerlo y cerrar los ojos para recordar aquello que nos evoca el haber tenido el placer de conocer fincas cafetaleras, un parque del café y una planta procesadora.
En esta maleteada tuvimos el placer de probarlo en muchas de sus manifestaciones, así como vivir la experiencia del grano de café y es que no solo fue en la codiciada bebida caliente o fría, sino también en postres como mousse de café y chocolate, arequipe de café, galleta de café y hasta una crema de licor con un exquisito saber a café.
Un recorrido por Valle y Valle del Cauca, elevó nuestro apasionado sentido y placer por este fruto “de dioses”. Su origen data del siglo XVIII cuando el sacerdote jesuita José Gumilla la introdujo en 1730, según consta en el libro “El Orinoco” .
De todas las maniestaciones de este delicoso fruto, aún no he podido decidir cuál fue más intenso o delicioso, dulce, amargo, alcoholado, caliente o frío. Fueron 3 departamentos y 6 municipios para deleitarnos con su versatil sabor.
El café de Popayán, es considerado un café de altura ya que su cultivo se da a 1700msnm, derivados de cenizas volcánicas y a semisombra.
El café de Trujillo es tan especial que es ahí donde cultivan una especialidad “geisha”, crece a 2100msnm, en la cara oriental de la imponente cordillera Occidental.
En la Hacienda Coconuco, nos deleitamos con una cata de café de la mano de “Entre Amigas”, un grupo de mujeres caucanas que representan a las más de 95000 familias caficultoras, convirtiendose en la cuarta región de mayor producción del país.
Globalmente Colombia, ocupa la posición 3 en producción de café con 11.5 millones de sacos de 60 kilogramos, los preceden Brasil y Vietnam.